jueves, 25 de enero de 2018

El DDT


                                                        HISTORIA DEL DDT


El DDT (dicloro-difenil-tricloroetano) fue sintetizado por primera vez en el año 1874, pero no fue hasta 1939 que el suizo Paul Herman Müeller descubrió sus propiedades como insecticida mientras realizaba investigaciones para la empresa JR Geigy (ahora Ciba-Geigy). Müeller consiguió por este descubrimiento el premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1948. Este insecticida, alcanzó rápidamente alta popularidad y sus diferentes usos se fueron incrementando, se utilizó como insecticida agrícola y forestal, contra los piojos, para combatir epidemias, por el ejército americano para combatir el paludismo, etc; hasta que Rachel Carson, con su libro Primavera Silenciosa, en 1962, comenzase el debate sobre los efectos tóxicos de este potente insecticida.

En España, la prohibición llegó en los años 80, pero en 2003 aún hubo un informe de Greenpeace denunciando su utilización dentro de nuestras fronteras.

















                                          

                                    Cultura Cientifica






¿CUÁLES SON LOS EFECTOS DEL DDT?

El DDT tiene propiedades insecticidas en concentraciones muy bajas y durante periodos largos de tiempo, empleadas para controlar el tifus, el paludismo y otras enfermedades transmitidas por insectos.
El efecto mejor conocido del DDT es la interrupción de la transmisión de impulsos nervios. Se han observado sus efectos en humanos y animales y pueden variar de ligeras perturbaciones a convulsiones. Además de ser neurotóxico, el DDT puede inducir alteraciones importantes en la reproducción y desarrollo de organismos, y se ha clasificado como posible carcinógeno.

Las concentraciones ambientales y las cantidades observadas en organismos, en general, han disminuido desde entonces pero siguen encontrándose trazas de DDT y sus metabolitos en personas, organismos y en muchos productos de consumo en todo el mundo.


 



¿CÓMO AFECTA EL DDT A LAS ÁGUILAS Y SUS HUEVOS?


Un reciente estudio sobre los huevos (cáscara y embrión) de varias especies de aves predadoras, pero especialmente del águila imperial ibérica, ha puesto de manifiesto la existencia de altos niveles de contaminación -superiores a cinco partes por millón de metabolitos de DDT (índice considerado peligroso)- encontrados tanto en huevos deteriorados como en crías y adultos muertos. El hecho modifica los hábitos de comportamiento de los adultos y en la estructura química de la cáscara de huevo, que al ser más delgada se rompe durante la incubación, imposibilitando el desarrollo de las especies.

 



VÍDEO:




BIBLIOGRAFÍA:








REALIZADO POR:

-> Cristina Mora Cordero.

-> Esperanza Muñoz Ruiz.


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