Su nombre es Daisy, es una vaca modificada genéticamente y
se ha hecho un hueco en la historia de la ciencia al dar leche hipoalergénica. Investigadores del AgResearch, un instituto de investigación dependiente del
Gobierno de Nueva Zelanda, anunciaron ayer el desarrollo de este animal transgénico que recoge en sus páginas la revista Proceedings of the National
Academy of Sciences (PNAS).
Los dos problemas más frecuentes ligados al consumo de leche
son la intolerancia a la lactosa (un tipo de azúcar) y la alergia a alguna de
sus proteínas (que desarrollan entre el 2% y el 3% de los niños menores de un
año). A esta segunda cuestión se dirige la tarea desarrollada por el equipo
neozelandés. En concreto, los esfuerzos se han centrado en la
beta-lactoglobulina (BLG), una proteína con propiedades alergénicas presente en
el suero de la leche de vaca y que no se encuentra en la leche materna.
Los investigadores modificaron la estructura genética de
Daisy. Introdujeron dos microARN, unas moléculas que, como explica el profesor
de genética de la Universitat de València, Manuel Pérez-Alonso, tienen la
facultad de inhibir la expresión de un gen, en este caso, del responsable de la
producción de la proteína BLG. Como resultado de ello, la leche de Daisy, una
vez analizada, “no registró niveles detectables de la proteína BLG”, según los
autores del trabajo.
Hasta ahora, la industria láctea ha reducido el potencial
alérgico de la leche mediante procesos químicos que, "son más caros"
y "pueden dejar en la leche un sabor amargo". También existen otras
técnicas de manipulación de genes, llamada recombinación homóloga, que elimina
la proteína BLG, en vez de reducirla como hace esta nueva técnica. Los
investigadores indican que "este sistema no está dando buenos
resultados".
El trabajo ha cosechado críticas de grupos contrarios a la
manipulación genética y ecologistas. Steffan Browning, diputado del Partido
Verde neozelandés, considera que la investigación pone en peligro la gran
reputación que tiene su país como productor de alimentos ecológicos, que
generan 828 millones de dólares anuales (640 millones de euros), principalmente
gracias a sus exportaciones. A estas objeciones
se unen las de GE Free New Zealand, organización que alerta de que el
experimento elimina una proteína necesaria para el desarrollo de la vaca.
Por último, podéis ver un vídeo explicativo.
Se tiende a llamar alergia a las intolerancias también, pero no es así.
ResponderEliminarEn las alergias alimentarias, es el propio sistema inmune reacciona a un determinado alimento, aunque es más correcto decir a alguno de sus componentes(normalmente proteínas, y actúa creando anticuerpos cuando el organismo lo "detecta" por primera vez, al igual que si se tratase de un virus o una bacteria, es como un "enemigo".
En una intolerancia alimentaria el sistema inmune no tiene ningún papel, es verdad que algunos de sus síntomas se parecen, estos no ocurren de manera tan repentina, sino que tardan desde varias horas hasta varios días después de haber ingerido el alimento. Por ellos es más difícil encontrar que alimento es el responsable de dichos síntomas.
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